«No se trata sólo de su “orgullosa” inclinación por la ilegalidad, o de su “chavacan” desconocimiento del Estado y los problemas del país. Se trata también de lo que políticamente representa para los derechos y las libertades en Colombia. Sin sonrojarse, el señor RH, le propone al país un salto de regreso a lo peor del Siglo XVIII»
Quizá la tradición de apelar a la memoria y al reconocimiento de los ancestros, de los sabedores y sabedoras, presente en muchas comunidades de nuestro país, indígenas, afros y campesinas, nos permita servirnos de otras formas del padre, de la madre; menos infantiles y menos edípicas, más anudadas a lo simbólico, al saber que respeta el arraigo y la diferencia, y a vivir de manera colaborativa y respetuosa, aportando cada uno su falta, su deseo, su sueño, en lugar de tratar de obturarla. Quizá nos permita vivir un tanto descentrados del “pienso luego existo” que nos ha traído hasta acá, para matizarlo con el “soy porque somos”, necesario para vivir sabroso y caminar bonito, sin el goce de sacrificarnos a esos viejos “ídolos oscuros”.
Es claro que la mayoría de los medios están imponiendo un candidato y callan ante las transgresiones del anciano mientras ríen de sus intervenciones y lo convierten en un personaje bonachón y audaz, bien verraco, que ha llegado a donde está a punta de tesón y de acabar con la corrupción. Parece que nos gritaran en coro, como en la película, “Don’t look up”, no miren para arriba porque le ven las vergüenzas (…) y se nos cae.
En abril de hace un año, con el estallido social, ustedes, los jóvenes de todas las regiones del país se rebelaron contra el poder de ese fantasma mafioso, contra el padre que bajo la imagen de otro personaje de la vida nacional le da rejo a sus hijitos. Es hora de confirmar ese cambio, no volvamos a repetir esa forma de “servidumbre voluntaria”.
A pocos días de la primera vuelta presidencial, la clase política en el poder se empeña en destruir lo poco que queda antes de una posible y forzosa retirada. Coletazos de la bestia consciente de su indisimulable derrota. Faltan pocas semanas para empezar a construir una institucionalidad que haga posible la democracia.
Ante estos peligros, entonces, resulta necesario cuestionar la persistencia de una falsa equivalencia: la existencia de extremos. Aquí, el único extremo es el que amenaza con lanzar al traste lo que queda de institucionalidad, permite la intervención en política de fuerzas militares, desconoce el DIH y omite los principios del Estado de Derecho. Estas revelaciones obligan a cuestionar la neutralidad de cualquiera, si es que se toma en serio valores democráticos básicos.
Las recientes declaraciones del General Zapateiro son una violación inaceptable del artículo 219 de la Constitución y, en un gobierno respetuoso de las instituciones, deberían costarle la baja sin titubeos. Constituyen -además- el mejor acto de campaña por Gustavo Petro en los últimos meses y -quizás- representan el empujón que necesitaba el candidato para ganar …
La pugnacidad de la campaña electoral en su recta final impidió la discusión seria de un tema crucial que deberá ser resuelto por un gobierno de transición o alternativo y su bancada congresional: la adecuación institucional que viabilice la investigación y sanción de altos funcionarios, civiles y militares, y de particulares que actuaron con su aquiescencia, en la comisión de graves violaciones al derecho internacional humanitario y a los derechos humanos, que se han mantenido impunes judicial, social y políticamente y siguen detentando un inmenso poder.
La libertad de expresión y de prensa que hoy se consagran como derechos en la mayoría de las constituciones del mundo son el resultado de una larga lucha contra el abuso del poder y la censura; en tanto vehículo del pensamiento crítico e instrumento de la verdad son el sustrato que da soporte a las …
Las gigantescas movilizaciones sociales de rechazo al gobierno y hartazgo de la vieja política, traducidos en triunfos electorales de las izquierdas y la valiosísima experiencia en la preservación de votos, son los factores claves que pueden forzar al establecimiento a reconocer su inminente derrota. Es hora de arreciar.